El Burlador de Sevilla
domingo, 15 de enero de 2012
LA PARTIDA DE AJEDREZ QUE ABENAMAR GANÓ PARA SALVAR SEVILLA
El Rey Alfonso VI de Castilla, en su juventud, siendo príncipe, fue perseguido por su hermano y hubo de refugiarse en la corte árabe de Toledo, donde aprendió a jugar al ajedrez. Muerto el hermano y ya en el trono, propuso ensanchar el Reino de Castilla a cuyo efecto conquistó Toledo, y realizó incursiones para Andalucía sembrando el temor entre los reyes taifas andaluces.Almotamid, rey de Sevilla al ver que se acercaba, le envió una embajada que habría que pactar con el castellano.[+/-] Mostrar / Ocultar
lunes, 2 de enero de 2012
LA GIRALDA, HISTORIA Y LEYENDA
Los almohades
Los almohades surgen como un movimiento religioso musulmán que, agrupando a varias tribus del norte de África, en el año 1172 dominaron la península, convirtiendo a Sevilla en la nueva capital de Al-Andalus. Fue una época de progreso económico donde la cultura, las artes y los estudios filosóficos, resurgieron de la mano de Averroes y de Abentofail. Pero los almohades no contaron con el apoyo popular por la intolerancia religiosa que impusieron; mozárabes y judíos fueron perseguidos y muchos huyeron, como el filósofo Maimónides. [+/-] Mostrar / Ocultar
Tesoros bajo la Giralda
El nuevo califa almohade Abu Yacub Yusuf quiso construir una mezquita más grande que la de Córdoba, con 17 naves y un minarete tan alto, que "casi tocase el cielo", para demostrar que la fe islámica era la autentica. Las enseñanzas del Profeta debían ser abrazadas por todos, bien por propia voluntad, o por el imperativo de la espada. "Todo caerá a los pies de la verdadera fe", sentenciaba el califa.
Para la cimentación y arranque de la Giralda utilizaron restos procedentes de los monumentos romanos y visigodos. Dos de estos sillares con inscripciones latinas pueden verse en la base de la torre; dice la leyenda que debajo hay estatuas y fabulosos tesoros de la antigua ciudad romana de Itálica.
Rampas para caballos
Estos pueblos del Magreb aportaron una arquitectura basada en el ladrillo, el arco de herradura apuntada, las bóvedas decoradas a base de prismas dirigidos hacia abajo como estalactitas, mocárabes, y las sebqa, paños con forma de retícula oblicua a modo de entrelazado geométrico. Estos elementos constructivos y decorativos están presentes en cada uno de los cuatro lados de la Giralda. También los mudéjares y los nazaríes los utilizarían en sus edificios.
Su construcción comenzó en el año 1184 y finalizó en el 1198. Tiene forma de un prisma central de base cuadrada y presenta decoración de sebqa, como ya hemos indicado anteriormente, y una serie de ventanas con parteluz central, cobijadas por grandes arcos angrelados. En su interior, las rampas de subida permiten incluso el acceso a caballo.
El remate original lo constituían cuatro esferas de bronce superpuestas de distintos tamaños, colocadas el año 1198 para conmemorar la victoria sobre los ejércitos castellanos en la Batalla de Alarcos. Un terremoto en 1356 las derribaría, colocándose en su lugar un pequeño campanario.
Hechizó a los cristianos
La Giralda está considerada como el mejor ejemplo de los tres minaretes, que de su estilo, hay en el mundo: los otros son la Kotobyya de Marrakech y la gran torre de la mezquita de Al Asan de Rabat. Cuando las tropas del rey castellano Fernando III la vieron al conquistar la ciudad, despertó tal admiración, que los musulmanes solicitaron demolerla, a lo que contestó el infante Don Alfonso: "Por un solo ladrillo que le quitéis, pasaré a todos los habitantes a cuchillo".
Recreación de las distintas fases de la Giralda.
El giraldillo: Triunfo sobre el Islam
En 1556, el arquitecto Hernán Ruiz II, inició la construcción del actual cuerpo de campanas, donde se distinguen seis partes:
-El cuerpo de campanas: Rematado con la "Terraza de las Azucenas", llamada así por las cuatro jarras de azucenas de bronce, una en cada esquina, colocadas en 1751. Una de estas jarras es el emblema de la Iglesia Diocesana de Sevilla.
-El cuerpo del reloj.
-El del pozo: En el friso superior figura la inscripción bíblica en latín que recorre las cuatro caras de la torre y que traducido sería "La Palabra de Dios es la torre mas resistente".
-Las Estrellas: Primero de los cuerpos de forma circular.
-Las Carambolas o remates de piedra.
-El cupulín o esfera de bronce de color negro: Aquí se asienta "el giraldillo", famosa estatua femenina de bronce de cuatro metros de altura que representa la "Fe Victoriosa" y que acabó dando el nombre a toda la torre.
Todos estos elementos expresan arquitectónicamente el triunfo del cristianismo sobre el Islam, que en esos años aún estaba en lucha con el imperio turco en el Mediterráneo. Con sus 97’50 metros de altura y 15 metros de cimiento, es un ejemplo perfecto del crisol de culturas que tiene Andalucía. En su día fue la más alta de Europa y actualmente lo es de la ciudad.
Muy cerca de Dios
Cuando Sevilla era azotada por el Guadalquivir con sus constantes inundaciones, el clero catedralicio subía el Lignum Crucis a la Giralda para que "al tocar a las nubes" con la reliquia, dejara de llover.
La Giralda es el edificio emblemático de la ciudad que se adorna y se ilumina en los grandes acontecimientos, tantos religiosos como civiles. Al subir a ella podemos admirar la compleja estructura de ventanales, bóvedas, pináculos y arbotantes de la catedral y contemplar una de las mejores vistas panorámicas de Sevilla.
La Giralda fue declarada Patrimonio Nacional en el año 1928 y desde 1987 forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
Los almohades surgen como un movimiento religioso musulmán que, agrupando a varias tribus del norte de África, en el año 1172 dominaron la península, convirtiendo a Sevilla en la nueva capital de Al-Andalus. Fue una época de progreso económico donde la cultura, las artes y los estudios filosóficos, resurgieron de la mano de Averroes y de Abentofail. Pero los almohades no contaron con el apoyo popular por la intolerancia religiosa que impusieron; mozárabes y judíos fueron perseguidos y muchos huyeron, como el filósofo Maimónides. [+/-] Mostrar / Ocultar
Tesoros bajo la Giralda
El nuevo califa almohade Abu Yacub Yusuf quiso construir una mezquita más grande que la de Córdoba, con 17 naves y un minarete tan alto, que "casi tocase el cielo", para demostrar que la fe islámica era la autentica. Las enseñanzas del Profeta debían ser abrazadas por todos, bien por propia voluntad, o por el imperativo de la espada. "Todo caerá a los pies de la verdadera fe", sentenciaba el califa.
Para la cimentación y arranque de la Giralda utilizaron restos procedentes de los monumentos romanos y visigodos. Dos de estos sillares con inscripciones latinas pueden verse en la base de la torre; dice la leyenda que debajo hay estatuas y fabulosos tesoros de la antigua ciudad romana de Itálica.
Rampas para caballos
Estos pueblos del Magreb aportaron una arquitectura basada en el ladrillo, el arco de herradura apuntada, las bóvedas decoradas a base de prismas dirigidos hacia abajo como estalactitas, mocárabes, y las sebqa, paños con forma de retícula oblicua a modo de entrelazado geométrico. Estos elementos constructivos y decorativos están presentes en cada uno de los cuatro lados de la Giralda. También los mudéjares y los nazaríes los utilizarían en sus edificios.
Su construcción comenzó en el año 1184 y finalizó en el 1198. Tiene forma de un prisma central de base cuadrada y presenta decoración de sebqa, como ya hemos indicado anteriormente, y una serie de ventanas con parteluz central, cobijadas por grandes arcos angrelados. En su interior, las rampas de subida permiten incluso el acceso a caballo.
El remate original lo constituían cuatro esferas de bronce superpuestas de distintos tamaños, colocadas el año 1198 para conmemorar la victoria sobre los ejércitos castellanos en la Batalla de Alarcos. Un terremoto en 1356 las derribaría, colocándose en su lugar un pequeño campanario.
Hechizó a los cristianos
La Giralda está considerada como el mejor ejemplo de los tres minaretes, que de su estilo, hay en el mundo: los otros son la Kotobyya de Marrakech y la gran torre de la mezquita de Al Asan de Rabat. Cuando las tropas del rey castellano Fernando III la vieron al conquistar la ciudad, despertó tal admiración, que los musulmanes solicitaron demolerla, a lo que contestó el infante Don Alfonso: "Por un solo ladrillo que le quitéis, pasaré a todos los habitantes a cuchillo".
Recreación de las distintas fases de la Giralda.
El giraldillo: Triunfo sobre el Islam
En 1556, el arquitecto Hernán Ruiz II, inició la construcción del actual cuerpo de campanas, donde se distinguen seis partes:
-El cuerpo de campanas: Rematado con la "Terraza de las Azucenas", llamada así por las cuatro jarras de azucenas de bronce, una en cada esquina, colocadas en 1751. Una de estas jarras es el emblema de la Iglesia Diocesana de Sevilla.
-El cuerpo del reloj.
-El del pozo: En el friso superior figura la inscripción bíblica en latín que recorre las cuatro caras de la torre y que traducido sería "La Palabra de Dios es la torre mas resistente".
-Las Estrellas: Primero de los cuerpos de forma circular.
-Las Carambolas o remates de piedra.
-El cupulín o esfera de bronce de color negro: Aquí se asienta "el giraldillo", famosa estatua femenina de bronce de cuatro metros de altura que representa la "Fe Victoriosa" y que acabó dando el nombre a toda la torre.
Todos estos elementos expresan arquitectónicamente el triunfo del cristianismo sobre el Islam, que en esos años aún estaba en lucha con el imperio turco en el Mediterráneo. Con sus 97’50 metros de altura y 15 metros de cimiento, es un ejemplo perfecto del crisol de culturas que tiene Andalucía. En su día fue la más alta de Europa y actualmente lo es de la ciudad.
Muy cerca de Dios
Cuando Sevilla era azotada por el Guadalquivir con sus constantes inundaciones, el clero catedralicio subía el Lignum Crucis a la Giralda para que "al tocar a las nubes" con la reliquia, dejara de llover.
La Giralda es el edificio emblemático de la ciudad que se adorna y se ilumina en los grandes acontecimientos, tantos religiosos como civiles. Al subir a ella podemos admirar la compleja estructura de ventanales, bóvedas, pináculos y arbotantes de la catedral y contemplar una de las mejores vistas panorámicas de Sevilla.
La Giralda fue declarada Patrimonio Nacional en el año 1928 y desde 1987 forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
viernes, 30 de diciembre de 2011
HAYAZGO DEL CUERPO DE SAN ISIDORO
Cuando ocupó el trono de Sevilla a la muerte de su padre, el rey Almotamid estableció un tratado con Fernando I, rey de Castilla de León, manteniendo una excelente relación con el mismo, al que colmaba de lujosos regalos y presentes.
En cierta ocasión, el rey Fernando comunicó a Almotamid su deseo de recuperar las reliquias de las santas Justa y Rufina, que suponía sepultadas en algún antiguo templo visigodo. Como el rey sevillano desconocía el emplazamiento de tales restos, contestó a Fernando que enviara personas que fueran capaces de encontrarlos, que él les facilitaría la labor con todos los medios a su alcance. [+/-] Mostrar / Ocultar
De esta manera, llegó a Sevilla una comitiva encabezada por el obispo de León, de nombre Alvito, al que en su época se tenía tanto por sabio como por santo. El rey Almotamid cumplió su palabra y alojó cumplidamente a los invitados en el Palacio de la Barqueta (hoy Monasterio de San Clemente).
Monasterio de San Clemente.
Tras un año entero de infructuosas pesquisas por todos los templos visigodos de la ciudad, Alvito se dio por vencido y comunicó a Almotamid su próxima partida. Sin embargo, la noche antes de su marcha se le apareció en sueños un hombre vestido con blanca túnica y tocado con mitra de obispo que afirmó ser San Isidoro, (obispo de Sevilla durante treinta y ocho años, considerado el mayor erudito de su época), y que, como premio a su piedad y perseverancia, le comunicaría el lugar donde reposaba su cuerpo. Así lo hizo, pero, antes de desaparecer, también le dijo que no podría concluir su misión, ya que fallecería en el plazo de tres días.
Imágen escultórica de San Isidoro procesionando en el Corpus de Sevilla.
Al día siguiente, el obispo Alvito comunicó a sus acompañantes y al rey Almotamid lo sucedido, y todos juntos se dirigieron a la vecina localidad de Santiponce. En el lugar exacto donde la aparición indicó entraron una losa, bajo la cual se encontró un féretro con el cuerpo incorrupto de San Isidoro. Posteriormente, sobre ese mismo lugar se levantaría en su honor el Monasterio de San Isidoro del Campo.
Imágen lejana del Monasterio de San Isidoro del Campo situado en la localidad sevillana de Santiponce.
Imágen del Monasterio de San Isidoro del Campo.
Mientras se preparaba el cuerpo para su traslado, el resto de la profecía también se cumplió. El pío obispo Alvito fallecía al tercer día de la aparición.
Se cuenta que el rey Almotamid quedó muy afectado con estos hechos, despidiendo los restos de ambos santos hombres con todos los honores cuando salieron por la Puerta de la Macarena en dirección a León.
El cuerpo de San Isidoro descansa hoy en la catedral, construida para su sepulcro, en la ciudad de León.
Imágen de la Catedral de León.
En cierta ocasión, el rey Fernando comunicó a Almotamid su deseo de recuperar las reliquias de las santas Justa y Rufina, que suponía sepultadas en algún antiguo templo visigodo. Como el rey sevillano desconocía el emplazamiento de tales restos, contestó a Fernando que enviara personas que fueran capaces de encontrarlos, que él les facilitaría la labor con todos los medios a su alcance. [+/-] Mostrar / Ocultar
De esta manera, llegó a Sevilla una comitiva encabezada por el obispo de León, de nombre Alvito, al que en su época se tenía tanto por sabio como por santo. El rey Almotamid cumplió su palabra y alojó cumplidamente a los invitados en el Palacio de la Barqueta (hoy Monasterio de San Clemente).
Monasterio de San Clemente.
Tras un año entero de infructuosas pesquisas por todos los templos visigodos de la ciudad, Alvito se dio por vencido y comunicó a Almotamid su próxima partida. Sin embargo, la noche antes de su marcha se le apareció en sueños un hombre vestido con blanca túnica y tocado con mitra de obispo que afirmó ser San Isidoro, (obispo de Sevilla durante treinta y ocho años, considerado el mayor erudito de su época), y que, como premio a su piedad y perseverancia, le comunicaría el lugar donde reposaba su cuerpo. Así lo hizo, pero, antes de desaparecer, también le dijo que no podría concluir su misión, ya que fallecería en el plazo de tres días.
Imágen escultórica de San Isidoro procesionando en el Corpus de Sevilla.
Al día siguiente, el obispo Alvito comunicó a sus acompañantes y al rey Almotamid lo sucedido, y todos juntos se dirigieron a la vecina localidad de Santiponce. En el lugar exacto donde la aparición indicó entraron una losa, bajo la cual se encontró un féretro con el cuerpo incorrupto de San Isidoro. Posteriormente, sobre ese mismo lugar se levantaría en su honor el Monasterio de San Isidoro del Campo.
Imágen lejana del Monasterio de San Isidoro del Campo situado en la localidad sevillana de Santiponce.
Imágen del Monasterio de San Isidoro del Campo.
Mientras se preparaba el cuerpo para su traslado, el resto de la profecía también se cumplió. El pío obispo Alvito fallecía al tercer día de la aparición.
Se cuenta que el rey Almotamid quedó muy afectado con estos hechos, despidiendo los restos de ambos santos hombres con todos los honores cuando salieron por la Puerta de la Macarena en dirección a León.
El cuerpo de San Isidoro descansa hoy en la catedral, construida para su sepulcro, en la ciudad de León.
Imágen de la Catedral de León.
jueves, 29 de diciembre de 2011
LA CENA DE LAS VELAS
Durante el reinado visigodo en la península, el general Teudiselo fue designado nuevo rey de los godos en el año 548. Era un hombre joven y valiente, curtido en la guerra contra los francos, acostumbrado a pelear y conseguir aquello que se le antojaba.[+/-] Mostrar / Ocultar
Su nombramiento como rey no atemperó su rebelde espíritu sino que viéndose dueño del poder usó éste para establecer nuevos impuestos sobre una población empobrecida por las continuas guerras, encarcelar a sus enemigos o mandarlos a las lejanas contiendas del norte contra los francos cuando se le antojaba la esposa de alguno de ellos, cosa habitual en él dada su afición al vino y las mujeres.
Llegó a tal nivel el descontento entre los aristócratas godos y a tal cantidad los ofendidos por los desmanes reales que se unieron para conspirar contra Teudiselo y hallaron la ocasión con motivo de una cena que, por obligación, los reyes daban cada año a sus nobles.
Discurría el año 549 cuando en los salones del palacio (algunos escritores dicen que en el Alcazar y otros en la Trinidad), a la luz de las velas, se dispuso una gran mesa para el banquete con abundante vino y viandas. Teudiselo, como de costumbre, bebió en exceso ya que era ajeno a la conspiración que se había tramado.
En un momento de la cena y a la señal que habían acordado, los invitados soplaron sobre las velas que iluminaban la mesa apagando éstas y dejando la sala a oscuras. Los nobles más cercanos sujetaron al rey y los demás se fueron levantando, de uno en uno, y pasando frente al monarca clavaron sus cuchillos en el pecho real.
De esta forma vengaron su afrenta y, al haber sucedido todo en la oscuridad, no había testigos que pudieran culpar a alguien de haber asesinado al rey y, por tanto, ningún noble quedaba excluido para ser nombrado nuevo monarca.
Llegó a tal nivel el descontento entre los aristócratas godos y a tal cantidad los ofendidos por los desmanes reales que se unieron para conspirar contra Teudiselo y hallaron la ocasión con motivo de una cena que, por obligación, los reyes daban cada año a sus nobles.
Discurría el año 549 cuando en los salones del palacio (algunos escritores dicen que en el Alcazar y otros en la Trinidad), a la luz de las velas, se dispuso una gran mesa para el banquete con abundante vino y viandas. Teudiselo, como de costumbre, bebió en exceso ya que era ajeno a la conspiración que se había tramado.
En un momento de la cena y a la señal que habían acordado, los invitados soplaron sobre las velas que iluminaban la mesa apagando éstas y dejando la sala a oscuras. Los nobles más cercanos sujetaron al rey y los demás se fueron levantando, de uno en uno, y pasando frente al monarca clavaron sus cuchillos en el pecho real.
De esta forma vengaron su afrenta y, al haber sucedido todo en la oscuridad, no había testigos que pudieran culpar a alguien de haber asesinado al rey y, por tanto, ningún noble quedaba excluido para ser nombrado nuevo monarca.
SANTA JUSTA Y SANTA RUFINA
Justa y Rufina fueron dos hermanas nacidas en Sevilla los años 268 y 270, ambas murieron en el 287, son veneradas como santas por la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. Su festividad se celebra en Sevilla el 17 de julio y en otros lugares de España el 19 de julio. [+/-] Mostrar / Ocultar
Procedían de una modesta familia de fuertes convicciones cristianas y se dedicaban al oficio
de alfareras. En la época que vivieron dominaba el Imperio romano gran parte del mundo por
ellos conocido. En estos tiempos paganos, las hermanas dedicaban su tiempo a ayudar al
prójimo y al conocimiento del Evangelio...
Según cuenta la leyenda, durante los festejos callejeros en honor a Venus, donde se recogían
donativos para las fiestas y se obligaba a su adoración, las hermanas se negaron a
aportarlos y a adorarlo, llegando a enfrentarse con sus portadoras, llegando el mismo a
romperse.
Diogeniano, prefecto de Sevilla, las encarceló, induciéndoles a abandonar la fe cristiana,
so pena de crueles martirios. Las santas se opusieron con gran valor a las inicuas
propuestas del Prefecto, afirmando que ellas sólo adoraban a Jesucristo.
El Prefecto mandó que las torturasen con garfios de hierro y en el potro, creyendo que
cederían ante los tormentos, pero ellas soportaban todo. Mandó entonces a encerrarlas en una
lóbrega cárcel, que se cree fue en los terrenos del actual Santuario de María Auxiliadora
anexo al Colegio Salesiano de la Santísima Trinidad,(estas cárceles aun puede visitarlas
todo el que lo desee) que allí las atormentasen lentamente con hambre y con sed.
Al ver que no cedían, obligó a las santas a ir andando descalzas hasta Sierra Morena, pero
tampoco las doblegó. Tras ello las mandó encarcelar hasta su muerte, fue Santa Justa la
primera en morir, siendo su cuerpo tirado en un pozo y rescatado por el obispo Sabino.
El Prefecto creyó que, estando sola, seria más fácil doblegar a Rufina. Pero al no conseguir
nada, mandó llevarla al circo situado en la que actualmente es la confluencia de la avenida
de la Cruz Roja y la calle Fray Isidoro de Sevilla y echarle un león furioso para que la
despedazase. El león se acercó a Rufina y se contentó con blandir la cola y lamerle los vestidos como un corderillo. Enfurecido el Prefecto, mandó degollarla y quemar su cuerpo, pero de nuevo el obispo Sabino recogió las cenizas y las enterró junto a su hermana en el lugar llamado hoy Prado de Santa Justa y estación del ferrocarril de Santa Justa en el año 287.
Desde entonces su Fe alcanzó fama mundial, siendo nombradas Patronas de Sevilla, además de
los gremios de alfareros y cacharreros.
La tradición las señala como protectoras de la Giralda y la Catedral, considerando que por
su intercesión no cayeron tras los terremotos de 1504, 1655 y el terremoto de Lisboa de
1755. De esta manera, suelen estar representadas junto la Giralda, portando palmas como
símbolo del martirio y con diferentes objetos de barro en alusión a su profesión de
alfareras.
En la propia Catedral, el altar más cercano a la Giralda está dedicado a las Santas y en él
figuran sus esculturas, que proceden de la Iglesia del Salvador (Sevilla) y fueron realizadas por Pedro Duque y Cornejo en 1728.
de alfareras. En la época que vivieron dominaba el Imperio romano gran parte del mundo por
ellos conocido. En estos tiempos paganos, las hermanas dedicaban su tiempo a ayudar al
prójimo y al conocimiento del Evangelio...
Según cuenta la leyenda, durante los festejos callejeros en honor a Venus, donde se recogían
donativos para las fiestas y se obligaba a su adoración, las hermanas se negaron a
aportarlos y a adorarlo, llegando a enfrentarse con sus portadoras, llegando el mismo a
romperse.
Diogeniano, prefecto de Sevilla, las encarceló, induciéndoles a abandonar la fe cristiana,
so pena de crueles martirios. Las santas se opusieron con gran valor a las inicuas
propuestas del Prefecto, afirmando que ellas sólo adoraban a Jesucristo.
El Prefecto mandó que las torturasen con garfios de hierro y en el potro, creyendo que
cederían ante los tormentos, pero ellas soportaban todo. Mandó entonces a encerrarlas en una
lóbrega cárcel, que se cree fue en los terrenos del actual Santuario de María Auxiliadora
anexo al Colegio Salesiano de la Santísima Trinidad,(estas cárceles aun puede visitarlas
todo el que lo desee) que allí las atormentasen lentamente con hambre y con sed.
Al ver que no cedían, obligó a las santas a ir andando descalzas hasta Sierra Morena, pero
tampoco las doblegó. Tras ello las mandó encarcelar hasta su muerte, fue Santa Justa la
primera en morir, siendo su cuerpo tirado en un pozo y rescatado por el obispo Sabino.
El Prefecto creyó que, estando sola, seria más fácil doblegar a Rufina. Pero al no conseguir
nada, mandó llevarla al circo situado en la que actualmente es la confluencia de la avenida
de la Cruz Roja y la calle Fray Isidoro de Sevilla y echarle un león furioso para que la
despedazase. El león se acercó a Rufina y se contentó con blandir la cola y lamerle los vestidos como un corderillo. Enfurecido el Prefecto, mandó degollarla y quemar su cuerpo, pero de nuevo el obispo Sabino recogió las cenizas y las enterró junto a su hermana en el lugar llamado hoy Prado de Santa Justa y estación del ferrocarril de Santa Justa en el año 287.
Desde entonces su Fe alcanzó fama mundial, siendo nombradas Patronas de Sevilla, además de
los gremios de alfareros y cacharreros.
La tradición las señala como protectoras de la Giralda y la Catedral, considerando que por
su intercesión no cayeron tras los terremotos de 1504, 1655 y el terremoto de Lisboa de
1755. De esta manera, suelen estar representadas junto la Giralda, portando palmas como
símbolo del martirio y con diferentes objetos de barro en alusión a su profesión de
alfareras.
En la propia Catedral, el altar más cercano a la Giralda está dedicado a las Santas y en él
figuran sus esculturas, que proceden de la Iglesia del Salvador (Sevilla) y fueron realizadas por Pedro Duque y Cornejo en 1728.
LEYENDA DEL TESORO DEL CARAMBOLO
Formado por 21 piezas, oculto en un agujero de una antigua cabaña en un poblado alto, quizás un lugar de culto o tal vez un templo primitivo. Joyas de un oro purísimo que demuestra la riqueza existente muy poco común en esa parte del mediterráneo.
En Tartessos, la historia y la leyenda se confunden. [+/-] Mostrar / Ocultar
Las referencias literarias son escasas y confusas, pero precisamente es eso lo que hace más interesante al mítico reino. Veamos una de esos cuentos románticos que nacieron en torno a Tarsis:
" Cuenta la leyenda que reinaba Argantonio, cuando sus aliados fenicios decidieron dejar de
comprar sus productos para así obligar a los tartesios a bajar los precios y poder obtener mayor beneficio en su comercio con Tiro y el resto de colonias mediterráneas.
El rey, que era sabio y justo, se enfureció al ver la estrategia de los orientales y les amenazó con romper los tratos comerciales y expulsarles del país si no cesaban en su actitud. Los fenicios, seguros en sus colonias de Sevilla y Gadir, ignoraron la advertencia y continuaron con su proceder, lo cual aún disgustó más al ilustrado soberano, poco amigo de disputas, pero amante de su pueblo Argantonio decidió atacar las dos principales factorias fenicias para darles un escarmiento, así que dividió el grueso de su ejército en dos y, con él mismo y su hijo Terión a la cabeza, comenzaron el asedio de las ciudades. Los fenicios, que habían previsto el proceder del monarca, aprovecharon la débil situación en la que había quedado la capital tartesia tras la marcha de Argantonio y la atacaron. La ciudad quedó destruida rápidamente, pues su ejército se encontraba batallando y la defensa fue inútil. El fuego y el metal se alimentaron de los hijos de Tartessos.
Desde el asedio de Gadir, el rey distinguió el resplandor del fuego que arrasaba su capital, e intentó volver sobre sus pasos para castigar a los autores. Pero los dioses no fueron sus
aliados, pues los fenicios que atacaron Tarsis, cayeron sobre él y, quedando encerrados entre dos ejércitos, los hombres de Argantonio, incluido él mismo perecieron bajo las flechas fabricadas por su propio pueblo.
Sólo un hombre, que cobardemente se había camuflado entre los cadáveres de sus compañeros,
sobrevivió a la matanza. Y, cuando cesó la lucha, se avergonzó de su actitud y lloró la muerte del rey. Antes de que los enemigos saqueasen los cadáveres de sus compañeros, el soldado decidió redimir su cobardía. Se acercó al cuerpo inerte del monarca y le despojó de las ricas insignias reales que, por justicia, pertenecían al nuevo rey de Tartessos, su hijo Terión.
Sin pararse a pensar, se alejó corriendo del campo de batalla y no paró hasta la orilla del río Tarsis, donde se encontraba el resto del ejército. Allí, tras recuperar el aliento, informó a Terión del destino de su padre y de todo lo que había acontecido, y le tendió el lienzo en el que había guardado los brazaletes y collares propios del rey de Tartessos. El nuevo rey recompensó su bravura y se retiró a su tienda a orar. En silencio, observó los símbolos de su nuevo estatus y, con lágrimas en los ojos, juró que no los cesaría hasta haber vengado la muerte de su padre y de todos los inocentes caídos. Luego, para asegurarse que, si él moría, los fenicios no se harían con las joyas reales, las introdujo en una vasija y las enterró allí mismo.
Aún brillaban las estrellas cuando el ejército tartesio comenzó a prepararse para la batalla. Y, al alba, los habitantes de Hispalis oyeron el estruendo que produjo la primera carga. La lucha fue feroz, y las bajas fueron cuantiosas en ambos bandos. Terión, herido de gravedad, no vivió para ver la victoria, y tampoco pudo celebrar la rendición de Gadir varios meses más tarde. Así que las insignias de su padre quedaron enterradas en el lugar de su última oración, a pesar de que su breve reinado se saldó con su única promesa cumplida.
El tiempo pasó, Tartessos pereció, Roma cayó, el mundo se duplicó y el tesoro nunca apareció
durante más de 2000 años.
El 30 de Septiembre de 1956, cuando unos obreros excavaban en el cerro del Carambolo, a mitad de camino entre Sevilla y Castilleja de la Cuesta, en el término de la villa de Camas, al hacer una zanja para instalar las jaulas del Club de Tiro de Pichón, encontraron en un hueco del terreno un cántaro de barro, y al romperlo, aparecieron dentro,las brillantes piezas de oro del tesoro real de los tartesios.
Esas son las joyas que con el nombre de TESORO DE EL CARAMBOLO, se exhiben hoy al público en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla.
En Tartessos, la historia y la leyenda se confunden. [+/-] Mostrar / Ocultar
Las referencias literarias son escasas y confusas, pero precisamente es eso lo que hace más interesante al mítico reino. Veamos una de esos cuentos románticos que nacieron en torno a Tarsis:
" Cuenta la leyenda que reinaba Argantonio, cuando sus aliados fenicios decidieron dejar de
comprar sus productos para así obligar a los tartesios a bajar los precios y poder obtener mayor beneficio en su comercio con Tiro y el resto de colonias mediterráneas.
El rey, que era sabio y justo, se enfureció al ver la estrategia de los orientales y les amenazó con romper los tratos comerciales y expulsarles del país si no cesaban en su actitud. Los fenicios, seguros en sus colonias de Sevilla y Gadir, ignoraron la advertencia y continuaron con su proceder, lo cual aún disgustó más al ilustrado soberano, poco amigo de disputas, pero amante de su pueblo Argantonio decidió atacar las dos principales factorias fenicias para darles un escarmiento, así que dividió el grueso de su ejército en dos y, con él mismo y su hijo Terión a la cabeza, comenzaron el asedio de las ciudades. Los fenicios, que habían previsto el proceder del monarca, aprovecharon la débil situación en la que había quedado la capital tartesia tras la marcha de Argantonio y la atacaron. La ciudad quedó destruida rápidamente, pues su ejército se encontraba batallando y la defensa fue inútil. El fuego y el metal se alimentaron de los hijos de Tartessos.
Desde el asedio de Gadir, el rey distinguió el resplandor del fuego que arrasaba su capital, e intentó volver sobre sus pasos para castigar a los autores. Pero los dioses no fueron sus
aliados, pues los fenicios que atacaron Tarsis, cayeron sobre él y, quedando encerrados entre dos ejércitos, los hombres de Argantonio, incluido él mismo perecieron bajo las flechas fabricadas por su propio pueblo.
Sólo un hombre, que cobardemente se había camuflado entre los cadáveres de sus compañeros,
sobrevivió a la matanza. Y, cuando cesó la lucha, se avergonzó de su actitud y lloró la muerte del rey. Antes de que los enemigos saqueasen los cadáveres de sus compañeros, el soldado decidió redimir su cobardía. Se acercó al cuerpo inerte del monarca y le despojó de las ricas insignias reales que, por justicia, pertenecían al nuevo rey de Tartessos, su hijo Terión.
Sin pararse a pensar, se alejó corriendo del campo de batalla y no paró hasta la orilla del río Tarsis, donde se encontraba el resto del ejército. Allí, tras recuperar el aliento, informó a Terión del destino de su padre y de todo lo que había acontecido, y le tendió el lienzo en el que había guardado los brazaletes y collares propios del rey de Tartessos. El nuevo rey recompensó su bravura y se retiró a su tienda a orar. En silencio, observó los símbolos de su nuevo estatus y, con lágrimas en los ojos, juró que no los cesaría hasta haber vengado la muerte de su padre y de todos los inocentes caídos. Luego, para asegurarse que, si él moría, los fenicios no se harían con las joyas reales, las introdujo en una vasija y las enterró allí mismo.
Aún brillaban las estrellas cuando el ejército tartesio comenzó a prepararse para la batalla. Y, al alba, los habitantes de Hispalis oyeron el estruendo que produjo la primera carga. La lucha fue feroz, y las bajas fueron cuantiosas en ambos bandos. Terión, herido de gravedad, no vivió para ver la victoria, y tampoco pudo celebrar la rendición de Gadir varios meses más tarde. Así que las insignias de su padre quedaron enterradas en el lugar de su última oración, a pesar de que su breve reinado se saldó con su única promesa cumplida.
El tiempo pasó, Tartessos pereció, Roma cayó, el mundo se duplicó y el tesoro nunca apareció
durante más de 2000 años.
El 30 de Septiembre de 1956, cuando unos obreros excavaban en el cerro del Carambolo, a mitad de camino entre Sevilla y Castilleja de la Cuesta, en el término de la villa de Camas, al hacer una zanja para instalar las jaulas del Club de Tiro de Pichón, encontraron en un hueco del terreno un cántaro de barro, y al romperlo, aparecieron dentro,las brillantes piezas de oro del tesoro real de los tartesios.
Esas son las joyas que con el nombre de TESORO DE EL CARAMBOLO, se exhiben hoy al público en el Museo Arqueológico Provincial de Sevilla.
miércoles, 28 de diciembre de 2011
LEYENDA DE HERCULES, FUNDADOR DE SEVILLA
En el siglo X antes de Cristo llegaron los primeros navegantes fenicios a las costas hispanas. Uno de ellos, llamado Melkart era más atrevido y sobrepasó el estrecho de Gibraltar, límite conocido del mundo en aquella época. Bordeando la costa encontró la desembocadura del Guadalquivir y remontó su curso hasta el lugar en el que hoy se encuentra Sevilla. En un brazo del río situado en la zona de Plaza del Salvador-Plaza de la Pescadería estableció una colonia comercial, que recibió el nombre de Híspalis, “llanura junto a un río”.
[+/-] Mostrar / Ocultar
[+/-] Mostrar / Ocultar
Sin embargo, aquellas tierras ya estaban pobladas por los turdetanos, que al mando del rey Gerión, vivían del comercio de las pieles y cueros de los numerosos toros bravos que ocupaban colinas y llanos de la región. Melkart derrotó a Gerión y no sólo lo sometió a vasallaje comercial, sino que impuso la religión egipcia sobre las creencias primitivas que profesaban los turdetanos.
Cuando murió, fue considerado héroe, santo y dios, cambiándose, con el tiempo, su nombre, primero por Herakles y más tarde por Hércules.
Sevilla ha reconocido siempre a Hércules como su fundador y, por ello, encontramos su efigie en el arquillo del Ayuntamiento (es la primera) y, acompañando a Julio César, en las columnas de la Alameda que lleva su nombre. Columnas que procedían del templo dedicado a Apolo que se descubrió en la calle Mármoles. También en el arco que existía en la Puerta de Jerez y destruido en el siglo XIX había una inscripción en latín, cuya traducción sería:
Hércules me edificó
Julio César me cercó
de muros y torres altas,
y el rey santo me ganó
con Garci Pérez de Vargas.
Esta placa actualmente se encuentra colocada en la calle Maese Rodrigo, junto a la Puerta de Jerez.
Cuando murió, fue considerado héroe, santo y dios, cambiándose, con el tiempo, su nombre, primero por Herakles y más tarde por Hércules.
Sevilla ha reconocido siempre a Hércules como su fundador y, por ello, encontramos su efigie en el arquillo del Ayuntamiento (es la primera) y, acompañando a Julio César, en las columnas de la Alameda que lleva su nombre. Columnas que procedían del templo dedicado a Apolo que se descubrió en la calle Mármoles. También en el arco que existía en la Puerta de Jerez y destruido en el siglo XIX había una inscripción en latín, cuya traducción sería:
Hércules me edificó
Julio César me cercó
de muros y torres altas,
y el rey santo me ganó
con Garci Pérez de Vargas.
Esta placa actualmente se encuentra colocada en la calle Maese Rodrigo, junto a la Puerta de Jerez.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)