Sin embargo, aquellas tierras ya estaban pobladas por los turdetanos, que al mando del rey Gerión, vivían del comercio de las pieles y cueros de los numerosos toros bravos que ocupaban colinas y llanos de la región. Melkart derrotó a Gerión y no sólo lo sometió a vasallaje comercial, sino que impuso la religión egipcia sobre las creencias primitivas que profesaban los turdetanos.
Cuando murió, fue considerado héroe, santo y dios, cambiándose, con el tiempo, su nombre, primero por Herakles y más tarde por Hércules.
Sevilla ha reconocido siempre a Hércules como su fundador y, por ello, encontramos su efigie en el arquillo del Ayuntamiento (es la primera) y, acompañando a Julio César, en las columnas de la Alameda que lleva su nombre. Columnas que procedían del templo dedicado a Apolo que se descubrió en la calle Mármoles. También en el arco que existía en la Puerta de Jerez y destruido en el siglo XIX había una inscripción en latín, cuya traducción sería:
Hércules me edificó
Julio César me cercó
de muros y torres altas,
y el rey santo me ganó
con Garci Pérez de Vargas.
Esta placa actualmente se encuentra colocada en la calle Maese Rodrigo, junto a la Puerta de Jerez.
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